miércoles, 9 de junio de 2010

Angeles




Estos maravillosos seres de luz, concebidos por Dios en el primer día de la creación, inclusive antes que nosotros, los humanos; son los "mensajeros", quienes están a merced de todo cuanto acontece en la faz de la tierra, para socorrernos, guiarnos, acompañarnos y protegernos.
Los hay de distintos tamaños, formas e intensidad de luminosidad; pudiendo tener desde la pequeñez de un grano de arena hasta la inimaginable dimensión de una galaxia; se pueden parecer a un humano con alas, o sin ellas, a esferas, conos, espirales de luz; o adoptar la apariencia de una flor, estrella o gota de agua.
Desde el más conocido Ángel de la Guarda, aquel que Dios generosamente nos regaló a cada uno de nosotros desde nuestro nacimiento y hasta para ayudarnos a transitar el último de nuestros días; pasando por los Arcángeles, Principados; todos ellos y de a miles de millones, están a nuestra disposición a cada instante de nuestra existencia.
El hecho de no poder verlos, no significa que ellos no estén presentes o no escuchen nuestras solicitudes; además debemos tener en cuenta que ellos todo el tiempo intentan corregir situaciones a favor del bien, pero no intervienen en nuestro libre albedrío; y como cada uno de nosotros somos dueños de nuestro propio destino que a diario nos forjamos a través de nuestras obras; queda en nosotros el escuchar a nuestro Ángel, el poder captar esa señal o voz interna que infinidad de veces nos susurra alertándonos y generalmente no le damos importancia.
Nuestro Ángel nos irá corrigiendo en las pautas de nuestra vida, se hará notar de alguna manera, ya sea porque pone la palabra justa en la boca de alguien que habremos de escuchar, o porque leemos el mensaje en un periódico, que nada tiene que ver con nosotros, pero nos permite hacer ese clic interno de la toma de conciencia; o cuando podemos distinguir su palabra entre el murmullo incesante de nuestros pensamientos.
Todos ellos son espíritus evolucionados que tienen una misión por cumplir, colaborar con nuestro desarrollo y crecimiento personal y espiritual. Cuánto más cerca podamos estar de los sentimientos positivos, los que nos elevan energéticamente, tales como el perdón, la paz, el compañerismo, la preocupación desinteresada por el prójimo, la armonía, el amor y la serenidad; tanto más cerca de descifrar sus señales nos encontraremos. Cuando en cambio, nos sorprendemos colmados de emociones adversas como el odio, la bronca, el rencor, la envidia, el egoísmo, la desidia, la violencia, la intolerancia y el desamor en cualquiera de sus nombres; más perturbados y confundidos estaremos a la hora de reconocerlos.
Existen muchas y variadas maneras de poder entrar en contacto con los Ángeles; la más simple es hacerlo en esa extraña dimensión que nos sucede cuando estamos entre "dormidos y despiertos", justito en esa franja casi imperceptible, que apenas podemos distinguir con cierta nitidez. Allí podremos solicitarles recomendación o asistencia, y/o simplemente disfrutar de la energetizante fuerza y tranquilidad que nos transmiten.
Para realizar una invocación a estos seres de luz, no se precisan grandes protocolos, sólo es necesario encontrarse a uno mismo, en un lugar sereno, luminoso, oxigenado para pedir su presencia, su consejo y su señal de respuesta.
Si bien es cierto, que uno puede verse más inspirado o motivado a invocarlos si tiene quizás un altar preparado en un rinconcito de la propiedad, con algunas flores, una vela, un sahumerio y alguna imagen que para nuestro sentir refleje la fe; esto no es símbolo único de éxito; ya que pudiéramos contar con elementos suntuosísimos y sin embargo hacer un pedido a la ligera, como si se tratase de un trámite bancario, así de cumplido y rutinario, que no surtirá efecto alguno; pero si en cambio, lo único con que contamos es con nuestra calma, el profundo deseo de conectarnos con ellos, la generosidad de corazón y la sinceridad del sentir; esas serán las herramientas más poderosas y convincentes para que ellos acudan rápidamente a nuestra llamada.
Como en cualquier tipo de relación, es de soberana importancia, la retroalimentación, el cuidado que hacemos de la misma. Si sólo acudimos a ellos frente a las necesidades y vicisitudes, no disfrutaremos plenamente de ese vínculo, porque el dar y recibir forman un circuito que se debe de mantener a partir del reconocimiento del amor. Tan simple como nos resulta poder dar ilimitadamente a nuestros hijos o parejas o queridos, sin esperar nada a cambio; de esa misma manera generosa que nos brota de los sentimientos más puros; de igual manera debemos aspirar a enlazarnos con ellos.

La cantidad de Ángeles es infinita, los hay para cada necesidad e inquietud; su actitud es siempre solidaria, complaciente y alegre; esforzándose en todo lo posible para colaborar con nosotros, porque esa es la manera que tienen de cumplir con su misión y agradar a Dios.
Ellos se mantienen bien cerquita nuestro, esperando ser útiles, que los invoquemos y nos acordemos de ellos en todo momento.
Nosotros, tan lógicos y materialistas, nos olvidamos fácilmente de aquello que no nos recuerdan los sentidos. Mantengamos nuestra fé en alto, evoquemos a nuestros Ángeles con la certeza de que en su proximidad, estaremos también bajo el amparo de Dios.
"Ángel de la guarda,
dulce compañía.
No me desampares,
ni de noche, ni de día".
Y si en algún momento,
Dios decide mi partida,
Angelito mió, yo te pido,
¡Sé mi guía!...

martes, 8 de junio de 2010

Entrevista

Nací en Montreal (Canadá). Fui médico y hoy soy Ghislaine Lactot médico del alma. Me he divorciado dos veces y tengo cuatro hijos (de 37 a 28 años) y cuatro nietos. ¿Política? ¡Soberanía individual! Cree en ti: eres divino y lo has olvidado. La medicina actual fomenta la enfermedad, no la salud: lo denuncio en mi libro “La
mafia médica”.

Estoy griposo, ¿qué me receta?
–Nada.

¿Ni un poquito de Frenadol?
-¿Para qué? ¿Para tapar síntomas? No. ¡Atienda a sus síntomas, escúchese! Y su alma le dará la receta.

Pero, ¿me meto en la cama o no?
–Pregúnteselo usted mismo, y haga lo que crea que le conviene más. ¡Crea en usted!

¡A los virus les da igual lo que yo crea!
–Ah, ya veo: elige usted el papel de víctima. Su actitud es: “He pillado una gripe. Soy víctima de un virus. ¡Necesito medicinas!”. Pues sí, como todos...
–Pues allá usted... Mi actitud sería: “Me he regalado una gripe. ¡Soy la única responsable! Debo cuidarme un poco”. Y me metería en cama, reposaría, me relajaría, meditaría en cómo me he maltratado últimamente...

¿Se ha “regalado” una gripe, dice?
–¡Sí! Tu enfermedad viene de ti, no viene de fuera. La enfermedad es un regalo que tú te haces para encontrarte contigo mismo.

Pero nadie desea una enfermedad...
–Tu enfermedad refleja una desarmonía interior, en tu alma. Tu enfermedad es tu aliada, te señala que mires en tu alma, a ver qué te sucede. ¡Dale las gracias: te brinda la ocasión de hacer las paces contigo mismo!

Quizá sea más práctica una pastillita...
–¿Hacer la guerra a la enfermedad? Eso propone la medicina actual, y las guerras matan, traen siempre muertes.

No me dirá ahora que la medicina mata...
–¡Un tercio de las personas hospitalizadas lo son por efectos medicamentosos! En Estados Unidos, 700.000 personas mueren al año a causa de efectos secundarios de medicamentos y de tratamientos hospitalarios.

Morirían igual sin medicamentos, oiga.
–No. No si cambiamos el enfoque: la medicina actual ha olvidado la salud, ¡es una medicina de enfermedad y de muerte! No es una medicina de salud y de vida.

¿Medicina de enfermedad? Acláremelo...
–En la antigua China, un acupuntor era despedido si su paciente enfermaba. O sea, ¡el médico cuidaba de la salud! ¿Ve? Toda nuestra medicina es, pues, el fracaso total.

Prefiere medicinas alternativas, pues...
–Respetan más el organismo que la medicina industrial, desde luego: homeopatía (¡será la medicina del siglo XXI!)acupuntura,fitoterapia,reflexoterapia, masoterapia...la practica del yoga..la meditacion .. Son más baratas...
y menos peligrosas.

Pero no te salvan de un cáncer.
–¡Dígale eso a la medicina convencional! ¿Te salva ella de un cáncer?

Puede hacerlo, sí.
–Lo que hará seguro es envenenarte con cócteles químicos, quemarte con radiaciones, mutilarte con extirpaciones...
¡Y, encima, cada día aparecen más cánceres! ¿Por qué? Porque la gente vive olvidando su alma (que es divina): la paz de tu alma será tu salud, porque tu cuerpo es el reflejo material de tu alma. Si te reencuentras con tu alma, si la pacificas..., ¡no habrá cáncer!

Palabras bonitas, pero si un hijo suyo tuviese un cáncer, ¿qué haría usted?
–Alimentaría su fe en sí mismo: eso fortalece el sistema inmunitario, lo que aleja al cáncer. ¡El miedo es el peor enemigo! El miedo mina tus autodefensas. ¡Nada de miedo, nada de sumisión al cáncer! Tranquilidad, convicción, delicadeza, terapias suaves...

Perdone, pero lo más sensato es acudir a un oncólogo, a un médico especialista.
–La medicina convencional debiera ser sólo un último recurso, y muy extremo... Y si tu alma está en paz, eso jamás te hará falta.

Bien, pues tengamos el alma pacificada... pero, por si acaso, pongámonos vacunas.
–¡No! Las fabrican con células ováricas de hámster cancerizadas para multiplicarlas y cultivarlas en un suero de ternera estabilizado con aluminio (eso la de la hepatitis B, con su virus): ¿inyectaría usted eso a sus hijos?

Les he hecho inyectar ya varias...
–Y yo a los míos: fui médico, y por entonces no sabía aún todo lo que hoy sé... ¡Pero hoy mis hijos no vacunan ya a sus hijos!

Yo creo que seguiré vacunándolos...
–¿Por qué? La medicina actual mata moscas a martillazos: no siempre muere la mosca, pero siempre rompe la mesa de cristal. Son tantos los dañinos efectos secundarios...

¿Por qué abominó usted de la medicina?
–Yo me hice médico para ayudar. Me dediqué a la flebología, a las varices. Llegué a tener varias clínicas. Pero fui dándome cuenta del poder mafioso de la industria médica, que atenta contra nuestra salud, ¡que vive a costa de que estemos enfermos! Lo denuncié... y me echaron del Colegio de Médicos.

O sea, ya no puede usted recetar...
–¡Mejor! Los medicamentos están fabricados pensando en la lógica industrial del máximo beneficio económico, y no pensando en nuestra salud. Al revés: si estamos enfermos, ¡la mafia médica sigue ganando dinero!

¿Y a quiénes tilda de “mafia médica”?
–A la Organización Mundial de la Salud (OMS), a las multinacionales farmacéuticas que la financian, a los gobiernos obedientes, a hospitales y a médicos (muchos por ignorancia)... ¿Y qué hay detrás? ¡El dinero!

No escoge usted enemigos pequeños...
–Lo sé, pero si me hubiera callado, hubiese enfermado y hoy estaría ya muerta.

¿Cuál ha sido su última enfermedad?
–Hace dos días, ja, ja... ¡una diarrea!

Vaya: ¿qué reflejaba eso de su alma?
–Oh, no sé, no lo he analizado... Me he limitado a no comer... ¡y ya me siento bien!

Pero se pasa mal, ¿eh...?
–Ja, ja... Si la enfermedad te visita, ¡acógela, abrázala! ¡Haz la paz con ella! No salgas corriendo como loco en busca de un médico, de un salvador... Tu salvador vive dentro de ti. Tu salvador eres tú. ¡Tú eres Dios!

lunes, 7 de junio de 2010





¿QUÉ ES REIKI?

Se suele traducir por "energía cósmica", pero yo prefiero que no olvidemos el aspecto de inteligencia que incorpora. "Ki", es el poder creador del universo según la cultura japonesa. Todo es una expresión del Ki, o del Prana, del Chi, de la Shakti... para las diferentes tradiciones de India, China... Y "Rei" es la Luz, la consciencia que sustenta ese poder, el Chit, Shiva, el Ser... La inteligencia que vive dentro de todos y cada uno, y en cada partícula de materia/energía.


El Reiki es, pues, el poder inteligente del cosmos, sea que se manifieste a escala global o local. Y un practicante Reiki es aquella persona que está sintonizando conscientemente a esa fuerza universal y que por tanto se deja guiar por su sabiduría intuitiva. Dicho así no es diferente de la definición de cualquier practicante espiritual de casi cualquier tradición evolutiva. De hecho, esto es porque el Reiki como sistema de sanación surge del contexto espiritual del Japón de principios de siglo



¿QUE HACE EL REIKI?

El Reiki produce un estado de profunda relajación y alegría interior, dando serenidad, amor y sentido a nuestras vidas. El odio, la envidia, el rencor, el enojo, la cólera, que abrigamos dentro nuestro, se reflejan en nuestro cuerpo espiritual y van produciendo zonas oscuras en nuestro cuerpo físico, comenzando así alguna enfermedad.


A través de recibir Reiki se inicia un proceso de reacción natural de nuestro organismo, a fin de remover y eliminar ese estado, retornando nuestro ser al estado de pureza. Toda emoción negativa o acción negativa trae como consecuencia infelicidad, por lo tanto todos los sucesos desagradables que nos pasan son consecuencias de un estado de desarmonía interior, frente a esto tenemos dos opciones: resignarnos a sufrir o recibir Energía Vital para así purificar nuestro espacio interior y de esa manera recuperar el manejo de nuestro propio destino, llegando así al estado máximo de felicidad.


Nuestro cuerpo siempre reacciona a nuestros pensamientos: si tenemos pensamientos negativos, el organismo biológico reacciona y reduce su vitalidad. Y si se tienen pensamientos positivos se incrementan el factor vital de nuestro cuerpo.


Reiki no solo incrementa el fluir de pensamientos positivos; sino que también provee de un puente de Luz que conecta al dador con el receptor de la Energía sanadora.


El Reiki es complementario de cualquier tratamiento médico, es decir que toda persona que está en tratamiento y medicación debe continuar con la misma, solo que el Reiki acelera los procesos de sanación. El Reiki es un medio maravilloso de atraer hacia nosotros la felicidad.


El método tradicional Usui, llamamos a la forma que toma el Reiki al llegar al occidente, respetando la esencia original, que se fue adaptando a nuestro modo de vida.

Parabola

Un hombre viajaba con uno de sus discípulos que estaba encargado de cuidar del camello. Por la noche, fatigado, el discípulo no amarró el camello, hizo una oración rogando a Dios que cuidase del animal y adormeció. Por la mañana el camello había desaparecido. Cuestionado por el maestro acerca del paradero del camello, el discípulo dijo que siguió sus recomendaciones, confiando en Dios cuando delegó a El la guarda del animal. Entonces el maestro contestó:

- Confíe en Dios, pero amarre tu camello. Dios no tiene otras manos además de las tuyas.