lunes, 7 de junio de 2010

Parabola

Un hombre viajaba con uno de sus discípulos que estaba encargado de cuidar del camello. Por la noche, fatigado, el discípulo no amarró el camello, hizo una oración rogando a Dios que cuidase del animal y adormeció. Por la mañana el camello había desaparecido. Cuestionado por el maestro acerca del paradero del camello, el discípulo dijo que siguió sus recomendaciones, confiando en Dios cuando delegó a El la guarda del animal. Entonces el maestro contestó:

- Confíe en Dios, pero amarre tu camello. Dios no tiene otras manos además de las tuyas.

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